Hace muchos años leí sobre el viaje de una joven francesa al México de principios del siglo XX. El relato describe sus peripecias para llegar a Chapala, en ferrocarril, desde la Ciudad de México. Desgraciadamente, la mañana del viaje ocurre algo que retrasa unos minutos su llegada a la estación de Nonoalco. Convencida de haber perdido el tren, la protagonista se dirige a la taquilla para pedir informes sobre la próxima salida a Guadalajara. Sin embargo, para su sorpresa, el funcionario le informa, sin chistar, que el tren del día anterior tal vez saldrá esa tarde y que el que ella creía haber perdido, posiblemente lo haga el día siguiente.
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