En México se producen grandes cantidades de biomasa residual que constituyen un serio problema de contaminación. No obstante, dicha biomasa residual puede aprovecharse para producir biocombustibles sólidos, los cuales permiten producir energía eléctrica y calorífica. Esto contribuye a la diversificación de la matriz energética, así como a la reducción de las emisiones de CO₂.

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