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ciencia

              Gloria Tapia Ramírez, Consuelo Lorenzo y Silvia F. Hernández Betancourt

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Roedores, murciélagos y virus:
   ¿nos acecha algún peligro?

         Aproximadamente 60% de las enfermedades de los seres humanos fue-
         ron transmitidas por otra especie animal. Este dato cobra relevancia cuan-
         do consideramos que la modificación del 70% de la superficie terrestre
         ha generado condiciones en las que las barreras entre los medios silves-
         tre y humano son cada vez más endebles, lo cual pone en riesgo a la salud
         humana, animal y ambiental.

 Desde hace algunos años las enfermedades infecciosas emergentes (EIE),
                   como las ocasionadas por el virus del Ébola o el Hantavirus, ocupan los
                   titulares en los principales medios de comunicación. Estas enfermedades
          llaman la atención del público por los signos y síntomas que generan, por las altas
          tasas de mortalidad y, en algunos casos, por el número de contagios en las pobla-
          ciones humanas.

              Pero más aún, el anuncio de que los principales transmisores de estos virus son
          los roedores o los murciélagos origina una mayor presión sobre estos animales, ya
          de por sí estigmatizados por su aspecto, por su cercanía a nuestros hogares, porque
          se les relaciona con la suciedad o por los hábitos nocturnos que tienen. Sin em-
          bargo, ¿son estos pequeños mamíferos los responsables directos de la transmisión
          de enfermedades potencialmente mortales para los seres humanos? ¿Cuáles son las
          enfermedades transmitidas por roedores y murciélagos? ¿Qué factores desencade-
          nan estas transmisiones? ¿Estamos bajo algún tipo de riesgo?

              Cuando hablamos de enfermedades transmitidas de un animal vertebrado a
          otro (incluidos los seres humanos), hablamos de zoonosis o, más concretamen-

                 Nota: este artículo fue preparado tiempo antes de la pandemia por SARS-CoV-2, razón por la
            cual no se aborda el tema. Las autoras consideran que hacen falta investigaciones para concluir
            si alguna especie de murciélago es el reservorio de este virus; por lo tanto, prefieren no aventurar
            conclusiones.

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