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ciencia

                                Karina Elizabeth Cervantes de la Cruz

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  Meteoritos: portadores
de los ingredientes de la vida

        Hace apenas dos siglos que un joven científico francés, Jean-Baptiste Biot, aportó la
        primera evidencia de que los meteoritos tenían un origen extraterrestre, que podían ve-
        nir de asteroides o de otros cuerpos celestes. Fue hasta 2006 que la misión Hayabusa
        confirmó esa hipótesis cuando regresó con muestras del asteroide Itokawa, idénticas a
        los meteoritos llamados condritas. Las condritas son clave para entender los bloques que
        dieron origen a la Tierra y a la vida.

 LLa fundación de la meteorítica
               os meteoritos son rocas que caen sobre la superficie de nuestra Tierra, hacien-
               do una entrada triunfal y espectacular. La fragmentación de los  asteroides
               y meteoroides que entran a la atmósfera produce una serie de luces de co-
         lores, estelas de polvo y grandes estruendos que anuncian su llegada a la superfi-
         cie. Los asteroides son rocas de más de un metro de diámetro, que orbitan alrede-
         dor del Sol y que provienen principalmente del cinturón de asteroides, mientras
         que los meteoroides también son rocas viajeras, pero con un tamaño menor a un
         metro. Cuando un evento meteorítico ocurre, las redes sociales estallan y quien
         presenció el evento, o lo grabó, no tarda en compartirlo. Los comentarios de todo

                                                            tipo no se hacen esperar, desde memes
                                                                  que anuncian la llegada de Super-
                                                                 mán, hasta quienes dicen lo que
                                                                realmente pudo haber ocurrido. La

                                               conexión entre fragmentos de asteroides o de su-
                perficies planetarias con los meteoritos es ahora la explicación más lógica
         para este fenómeno. Sin embargo, fue hasta finales del siglo xviii cuando Ernst
         Chladni reunió evidencias suficientes para proponer que los meteoritos eran real-
         mente rocas extraterrestres; pero no le creyeron. A inicios del siglo xix Jean-Bap-
         tiste Biot constató que el meteorito de la provincia francesa de L’Aigle era una
         roca que había caído del cielo, así que en 1803 se funda una nueva ciencia cono-
         cida como meteorítica.

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